domingo, 25 de julio de 2010

El golfista que sorprendió al mundo al ganar el Abierto Británico en St. Andrews

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Louis Oosthuizen vive su semana de fama, después de pasar casi ocho años como profesional sin ningún triunfo relevante


Lodewicus Theodorus Oosthuizen no quiso gastar el dinero que le dieron por ganar el Abierto Británico (1,3 millones de dólares) en lujos, autos deportivos ni casas ostentosas. En la rueda de prensa previa al Másters de Escandinavia, el torneo que juega esta semana en el Tour Europeo, en Suecia, anunció que parte de ese dinero lo invirtió en la compra de ¡un tractor!

Oosthuizen, granjero sudafricano de 27 años (nació el 19 de octubre de 1982), vivió el momento cumbre de su carrera como golfista el domingo pasado, cuando, sin ningún antecedente de una gran victoria como profesional, casi ve frustrada su carrera deportiva por su padre, quien se negaba a llevarlo a un campo de golf a jugar. El gusto de Oosthuizen padre, otro granjero, estaba más ligado a las raquetas que a los palos, y por eso le dedicaba horas enteras al tenis, un gusto que quiso inculcarles a sus hijos, sin éxito.

Al final, pudo más el esfuerzo de los dos pequeños, que no solamente lograron su objetivo, sino que también hicieron que su padre cambiara su gusto y se hiciera fanático de un deporte que en Sudáfrica ha dado grandes ídolos, como Bobby Locke, Gary Player, Ernie Els, Retief Goosen y Trevor Immelman, todos ellos ganadores de torneos de grand slam.

"Dos años después de comenzar a insistir, empezó a jugar al golf, y aún lo hace. Él ya no juega al tenis', declaró Oosthuizen, un día después del momento más glorioso de su carrera, en el hoyo 18 de St. Andrews, una de las cunas del golf mundial, que lo coronó como ganador del Británico.
El comienzo

Oosthuizen tuvo una campaña interesante como jugador aficionado: logró siete victorias en esa condición. La más importante de ellas fue en el World Junior Championship en el 2000. Con ese impulso anímico, dejó de lado, al menos temporalmente, la idea de volverse granjero y se lanzó como jugador profesional en el 2002.

Pero se demoró en explotar. Tuvo que esperar dos años para conseguir su primera victoria como profesional, el Vodacom Origins of Golf Tour, que hace parte del Sunshine Tour, el circuito profesional sudafricano. Ya en el 2003 había conseguido la tarjeta para el Challenge Tour de Europa, el mismo que este año tuvo una parada en Medellín con la Copa Antioquia, y al año siguiente logró entrar al Tour Europeo.

Tuvieron que pasar otros tres años para que su nombre terminara en el primer renglón de una tabla de posiciones, de nuevo en el Sunshine Tour. En el 2007 ganó tres torneos y en el 2008, uno más. Pero todavía no se podía considerar una figura.

Apenas este año comenzó a darle forma a una temporada redonda. Por fin logró conseguir una victoria en el Tour Europeo, en marzo, al imponerse en el Open de Andalucía (España), con tres golpes de ventaja sobre el inglés Richard Finch y el escocés Peter Whiteford, dos jugadores tan desconocidos como él. Nada como para pensar que pudiera dar un zarpazo como el del domingo...

En los Majors tampoco había dado muestras de gran nivel. Apenas pudo jugar uno por primera vez en el 2008: terminó de 73 en el PGA Championship. En el 2009 estuvo en todos los torneos de grand slam, menos el US Open, y no pasó el corte. Y este año venía por el mismo camino: se despidió el viernes en el Másters y en el Abierto estadounidense. No en vano, las casas de apuestas de Londres pagaban 200-1 por una victoria suya en St. Andrews...

Pero el golf dio una muestra más de ser un deporte impredecible. Con un campo dulce, el jueves entregó una tarjeta de 65 golpes y quedó a dos de Rory Mcilroy, que ese día dejó una marca difícil de superar. Al día siguiente se favoreció del buen clima por la mañana, y con 67 impactos, asumió la punta. En la tarde, el viento barrió a los supuestos favoritos.

No se esperaba mucho de él en el remate. Jugaba contra el viento, contra la presión de superar a los mejores del mundo por primera vez en su carrera y contra dos figuras británicas que estaban cerca en la tabla, Lee Westwood y Justin Rose. Pero nada ni nadie pudo frenar al desconocido sudafricano.

El domingo, día de cierre del torneo, fue especial desde muy temprano. El mejor golfista sudafricano de la historia, Gary Player, ganador de nueve Majors, lo llamó por la mañana para darle ánimo. Y también tenía la motivación de que el líder de su país, Nelson Mandela cumplía años ese día.

"Cuando caminé los 18 hoyos, pensé en su cumpleaños y mi mánager también me dio una lista de cosas, y él estaba también en ella, por lo que funcionó. Lo que hizo por nuestro país es increíble. Le dedico un muy feliz cumpleaños, otra vez", declaró, tras la victoria.

Pero lo que más ayudó a la maduración de Oosthuizen como golfista fue el hecho de convertirse en padre. Su hija, Jana, lo esperaba en el hoyo 18 con su esposa, Nel-Mare. Y lo que más le llamó la atención a la niña no fue su padre ni el triunfo, sino la tradicional jarra de plata que le entregan al campeón.

"Puse la copa junto a ella y le tomé unas cuantas fotos. Ella simplemente la agarró y se la llevó directamente a la boca. A ella le encanta", expresó, entre risas.

Jana ya tiene una silla especial al lado de su padre, que la compró para que la acompañara encima del tractor que compró,gracias al triunfo más importante de su vida.

JOSÉ ORLANDO ASCENCIOSubeditor de Deportesl

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