Expertos de EL TIEMPO dan las razones por las que cada jugador merece ganar el premio.
¡Iniesta fue Mundial!
Por José Orlando Ascencio
Subeditor de Deportes
Subeditor de Deportes
A veces no hace falta jugar una temporada completa para ser figura. A veces es necesaria apenas una acción, una jugada, para quedar en la historia.
Andrés Iniesta no jugó mucho en el 2010, pero hizo lo suficiente para merecer el Balón de Oro. En el año del Mundial, del que estuvo a punto de quedar afuera por una lesión, Iniesta fue fundamental.
Primero, marcó el gol que evitó una dolorosa eliminación en primera ronda, el del triunfo frente a Chile. Luego, le puso a David Villa el tanto de la victoria para mandar a Portugal a casa. Y luego, definió el título con otro gol, en la final frente a Holanda. ¡Para qué más!
Sus dos rivales en busca del Balón de Oro, Xavi y Messi, no marcaron un solo gol en la Copa del Mundo. Iniesta fue figura, para la Fifa, en tres de los siete partidos.
Después de coronarse campeón, Iniesta por fin tuvo paz, porque las lesiones no volvieron a acosarlo. Más bien, tomó mucha más confianza para darle más jornadas de brillo a su club, el Barcelona.
Ganó la Liga y la Supercopa de España y disfrutó de jornadas de magia, como el brillante 5-0 al Real Madrid, en el Camp Nou, en la que no marcó ningún gol, pero fue el socio de todos.
Iniesta mostró su despliegue, su manejo y su sentido colectivo. Y como si fuera poco, en el índice de rendimiento de Castrol (avalado por la Fifa) es el jugador que "en situaciones de uno contra uno", con respecto a Messi y Xavi, tiene el 58 por ciento de efectividad en los duelos.
Por todo esto, debe ser este lunes el ganador del Balón de Oro de la Fifa. Se lo merece por su juego, por su calidad y por su persistencia; porque ni las lesiones lo pudieron parar.
Xavi, el imprescindible
Por Pablo Romero
Redacción de EL TIEMPO
Por Pablo Romero
Redacción de EL TIEMPO
Xavi Hernández no es sólo el mejor futbolista del mundo: ¡es el más importante! Es un atleta en toda su dimensión, que en el 2010 se constituyó en pulmón, alma y cerebro de la Selección española campeona del mundo en Sudáfrica.
Fue el distribuidor de juego de las figuras que lo acompañaron y que brillaron gracias a su precisión: 669 pases correctos en siete partidos, con una efectividad sorprendente del 81 por ciento, casi doblando a Andrés Iniesta, uno de sus rivales por el Balón de Oro, quien hizo 382 pases (73 por ciento de aciertos). De ahí, su importancia en la obtención del título.
Es verdad, no marcó el tanto decisivo del Mundial, de hecho no anotó goles en Sudáfrica, pero sería miope no entender que el fútbol de España pasó siempre por sus pies y su mente, siendo titular en los siete partidos, uno más que Iniesta, y fue siempre el guía, el director de la orquesta.
Además, fue elegido mejor jugador en los partidos mundialistas contra Alemania y Portugal. Fue imprescindible. Ese mismo rol de líder y crack lo cumple con creces en el Barcelona, donde ha jugado 551 partidos (el que más veces ha vestido esa camiseta) y donde ahora es amo y señor: un icono que recorre toda la cancha, dictando el fútbol vistoso.
Y aunque Xavi lo ganó casi todo en su carrera, tiene pendiente el resplandor que sólo da un Balón de Oro, ese que tuvo cerca en el 2008, cuando fue el quinto finalista, y en el 2009, cuando recibió el de bronce.
Este lunes, tiene todo para ganarlo. Como dijo el propio Johan Cruyff: "Es ahora o nunca". Aunque tener 30 años de edad (cumplirá 31 el 25 de enero) no parece una condena para que Xavi no gane esta distinción más adelante, difícilmente coincidirá un año como el 2010, por aquello del título mundial. Lo merece.
Messi es el mejor
Mauricio Silva Guzmán
Redacción de EL TIEMPO
Redacción de EL TIEMPO
Lionel Messi no sólo es el mejor jugador del año, sino el futbolista más asombroso y sensacional de la década que acaba de irse y, por ende, de lo que va del siglo XXI.
Es el verdadero Balón de Oro. Tanto que han debido darle esta distinción de manera repetida en los últimos años. Cada temporada juega mejor y, persistente, lo juega casi todo.
De su inagotable 2010, habría que subrayar una cifra escandalosa: 60 goles en 64 partidos (58 con Barcelona y dos con la Selección Argentina), algunas veces de a uno por partido, de a dos, de a tres (como al Valencia y al Zaragoza) y de a cuatro (como al Arsenal en la Liga de Campeones).
Habría que revisar su Mundial, más que aceptable si se tiene en cuenta que se trató de la bizarra Selección de Maradona. Habría que enmarcar su afinada conducción en aquel memorable baile ante el Real Madrid (5-0).
A sus 23 años, con una velocidad mayor a la del resto y con una claridad que asusta, Messi insiste en amarrar la pelota a su pie, gambetear con pericia, pasar por donde no debe y disparar, siempre al rincón, como si todo eso fuera tan sencillo.
Cuando no, entonces decide escurrir pelotas como agujas que, por lo general, terminan en abrazos. Nada es exceso. 'La Pulga' ya marcó época.
Asistimos en vivo y en directo a la proyección de una leyenda que cada vez controla mejor sus movimientos, que agita, maravilla, emociona y gana. Ver jugar a Messi es disfrutar de la mejor música. Como un clásico del jazz: preciso, precioso y libre.
F eltiempo.com
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